Del tratamiento conservador a la cirugía: soluciones para los trastornos del tendón de la cabeza larga del bíceps (CLBO). Consejos prácticos para el diagnóstico, tratamiento y fisioterapia de lesiones.

Dr. Gabriele Vasario, MD
18 min. 18 de diciembre de 2024

La patología que afecta al tendón de la cabeza larga del músculo bíceps braquial (CLB o CLBO), ubicado en la articulación del hombro, es una afección médica que no solo afecta gravemente la función articular, sino que también se manifiesta a través de una variedad de síntomas que pueden afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes. Por lo tanto, comprender el origen y los signos característicos de esta afección es crucial para diseñar intervenciones terapéuticas específicas y recuperar la tranquilidad perdida.
La cabeza larga del tendón del bíceps es fundamental en la mecánica del movimiento del hombro, actuando como baluarte para la estabilidad y la eficiencia funcional durante la vida diaria y el esfuerzo deportivo. Su salud es esencial para garantizar que el hombro mantenga su plena funcionalidad, permitiendo una amplia gama de acciones sin molestias, debilidad ni restricción de las habilidades motoras.
El daño a esta estructura puede afectar gravemente el rendimiento de las extremidades superiores, reduciendo su versatilidad y causando síntomas como dolor y limitación del rango de movimiento. Estos problemas no solo afectan las actividades deportivas, sino también las más cotidianas, por lo que es fundamental un enfoque proactivo para el cuidado y mantenimiento de los tendones.
Entre las causas más comunes de este síndrome se encuentran diversos factores, desde movimientos repetitivos, especialmente los de elevación de la cabeza, que pueden sobrecargar el tendón, hasta traumatismos directos, como caídas sobre el brazo extendido o cargas repentinas e inesperadas que tensionan la integridad del tendón. La edad avanzada también influye significativamente, contribuyendo al desgaste del tendón.
Los síntomas más comunes asociados con la enfermedad de la porción larga del bíceps son variados y multifacéticos: dolor en la parte anterior del hombro que puede irradiarse al brazo, sensación de debilidad al levantar objetos o rotar la articulación, y crujidos o chasquidos al mover el hombro. En algunos casos, también puede presentarse una deformidad notable del bíceps, conocida como el "signo de Popeye", debido a la contractura del músculo.
El tratamiento para esta afección depende de las necesidades específicas del paciente y de su gravedad. Las opciones de tratamiento varían desde enfoques conservadores, como la fisioterapia para fortalecer los músculos circundantes y mejorar la flexibilidad articular, hasta el uso de antiinflamatorios para aliviar el dolor. En casos más graves, puede ser necesaria una cirugía para reparar o reimplantar el tendón dañado.
El tendón de la porción larga del bíceps es una estructura anatómica compleja que desempeña un papel crucial en el soporte y la facilitación del movimiento del hombro. Comprender su estructura detallada y su impacto en la función del hombro es fundamental para evaluar a fondo la patología de la porción larga del bíceps.
El músculo bíceps braquial, ubicado en la parte anterior del brazo, desempeña un papel crucial en la flexión del antebrazo y la rotación de la mano. Este músculo bipeniforme, conocido por su forma característica de dos cabezas o "bíceps", se extiende desde el húmero hasta el antebrazo. Al levantar objetos o realizar actividades que requieren la flexión del codo, como flexiones o ir a comprar la compra, el bíceps braquial entra en acción, demostrando su función esencial en la vida diaria. Su abundante presencia en rutinas de entrenamiento específicas no solo tiene fines estéticos, sino que también refleja su importancia para la fuerza y la movilidad del brazo.
El tendón de la cabeza larga del bíceps está compuesto por fibras tendinosas que se originan en la cavidad glenoidea de la escápula. Desde allí, el tendón, recorriendo de forma intraarticular a extraarticular un complejo túnel caracterizado por diversas estructuras extremadamente frágiles, como la polea, el ligamento glenohumeral superior y la corredera bicipital del húmero, sale de la articulación por la porción anterior del brazo, donde se une a la cabeza corta del bíceps y continúa su inserción a la altura del radio en el antebrazo. Esta estructura anatómica permite que el músculo bíceps desempeñe un papel importante en la flexión del codo y la supinación del antebrazo. Además, el tendón de la cabeza larga del bíceps también participa en la estabilización dinámica del hombro durante movimientos complejos.
La función del tendón de la cabeza larga del bíceps es contribuir a la estabilidad y movilidad del hombro durante las actividades diarias y deportivas. Durante mucho tiempo, se consideró uno de los principales depresores de la cabeza humeral, aunque estudios anatómicos más recientes han puesto en duda esta función.
A lo largo de la evolución, los mamíferos antiguos exhibieron características anatómicas adaptadas a su estilo de vida cuadrúpedo, como el tendón del bíceps, que contribuía a la estabilidad pasiva del hombro. Este mecanismo era esencial para el movimiento y la fuerza necesarios para la locomoción cuadrúpeda. Sin embargo, con la transición al bipedalismo en humanos y primates, se produjo una adaptación anatómica significativa: la mayor movilidad de las extremidades superiores hizo que la estabilidad pasiva fuera menos crucial. Esta evolución permitió una amplia gama de movimientos, como la aducción, la abducción y la elevación, esenciales para las actividades cotidianas y la manipulación de objetos. Por ejemplo, la capacidad de levantar los brazos y las manos por encima de la cabeza o alcanzar objetos lateralmente son funciones directamente relacionadas con estos cambios evolutivos. La transformación de los vectores de fuerza y la modificación de la curvatura del tendón del bíceps reflejan la adaptación a la postura erguida, pero también aumentaron la vulnerabilidad y el desgaste del hombro, lo que pone de relieve un equilibrio evolutivo entre movilidad y estabilidad.
Sin embargo, es importante señalar que el papel de la cabeza larga del bíceps puede estar sobreestimado en comparación con la cabeza corta del bíceps, que contribuye más a la fuerza y la estabilidad del hombro.
Además, la porción intraarticular del tendón de la cabeza larga del bíceps puede causar problemas importantes, como lesiones, inflamación y dolor. Estos problemas pueden afectar significativamente la función del hombro y requieren una evaluación y un tratamiento cuidadosos.
Comprender los factores de riesgo asociados con los trastornos de la porción larga del bíceps (PLB) es crucial para prevenir y controlar estas afecciones. La edad juega un papel importante, ya que el desgaste con el tiempo puede aumentar la vulnerabilidad del tendón a la inflamación o las lesiones. Ciertas actividades deportivas, como el béisbol, el tenis, la natación o el levantamiento de pesas, pueden poner en peligro la salud del PLB debido a movimientos repetitivos o uso excesivo, especialmente si implican movimientos por encima de la cabeza (mantener los brazos por encima de la cabeza). Las lesiones previas también pueden ser una señal de alerta, ya que pueden haber debilitado el tendón o alterado su estabilidad articular.
Las variaciones anatómicas en el surco donde se ubica el tendón del bíceps pueden favorecer la inestabilidad tendinosa. Un surco bicipital estrecho o poco profundo puede causar problemas tendinosos, mientras que un pliegue sinovial prominente o una inclinación anormal pueden aumentar el riesgo de lesión. Estas afecciones afectan la estabilidad del tendón del bíceps y pueden provocar afecciones como tendinitis o rotura tendinosa.
Las enfermedades aisladas que afectan al tendón de Aquiles se originan frecuentemente por sobreuso o traumatismos deportivos. El origen de estos trastornos varía desde movimientos repetitivos que tensionan e irritan el tendón hasta golpes directos, como una caída sobre la mano abierta, que pueden causar un desgarro. Por ejemplo, un lanzador de béisbol puede desarrollar tendinitis del tendón de Aquiles debido a la monotonía e intensidad de sus lanzamientos, mientras que un fisicoculturista puede sufrir una rotura del tendón debido a la sobrecarga durante un levantamiento de pesas excepcionalmente intenso.
En este intrincado ballet de causa y efecto, cada gesto atlético se convierte en un potencial catalizador de lesiones, donde la línea entre el rendimiento óptimo y el daño físico se difumina. La opinión general sugiere que "es la gota que colma el vaso", pero en el contexto de las patologías de CLB, es más bien la acumulación de microtraumas la que teje la red de patología e inflamación. Como un marinero navegando en aguas turbulentas, el atleta debe equilibrar constantemente el afán de excelencia con el riesgo de naufragar en el mar de microlesiones e inflamación.
La porción larga del bíceps es un tendón peculiar debido a su posición anatómica, encajado entre los tendones subescapular y supraespinoso a su salida de la articulación del hombro. Esta posición lo hace vulnerable a patologías secundarias derivadas de problemas con los tendones adyacentes. Por ejemplo, la inflamación o degeneración de los tendones subescapular o supraespinoso puede afectar directamente la salud de la porción larga del bíceps, causando dolor y limitación del rango de movimiento. En la práctica, si uno de estos tendones adyacentes se daña o inflama, la porción larga del bíceps puede verse afectada, manifestando no síntomas primarios, sino secundarios, que requieren una evaluación cuidadosa por parte de un cirujano especializado en trastornos del hombro.
El canal del bíceps sirve como una conexión crucial entre el interior y el exterior de la articulación del hombro. Cuando una afección, como la osteoartritis o un desgarro del manguito rotador, afecta la cápsula articular, puede causar un exceso de líquido sinovial inflamatorio. Este líquido debe drenarse, y la única vía posible es a través del canal del bíceps. Por lo tanto, los problemas en el hombro pueden provocar la inflamación del tendón del bíceps, una afección conocida como tenosinovitis del bíceps.
Los desgarros SLAP (Superior Labrum from Anterior to Posterior) son daños al labrum superior de la cavidad glenoidea, la porción del hueso escápula que forma la cavidad glenoidea, alrededor de la cual rota la cabeza del húmero. Este tipo de lesión afecta específicamente al labrum glenoideo, un tipo de anillo fibrocartilaginoso que ayuda a estabilizar la articulación del hombro, y al anclaje bicipital, el punto donde el tendón de la cabeza larga del bíceps se une al labrum superior de la cavidad glenoidea. Un ejemplo clásico de un desgarro SLAP ocurre en los lanzadores de béisbol, donde los movimientos repetitivos a alta velocidad pueden provocar una separación del labrum superior. Otro ejemplo es un traumatismo directo en el hombro, como una caída sobre una mano extendida, que puede causar un tipo de lesión similar.
Cuando la porción larga del bíceps (CLBO) se inflama o daña, pueden presentarse síntomas como dolor en la porción anterior del hombro, hinchazón y una sensación de chasquido o bloqueo al mover el brazo. Por ejemplo, levantar objetos pesados o realizar movimientos repetitivos puede desencadenar un brote de dolor, un posible signo de tendinitis por CLBO.
Entre las numerosas pruebas clínicas especializadas para evaluar su integridad se encuentran la Prueba de Velocidad y la Prueba de Yergason. La Prueba de Velocidad se realiza pidiendo al paciente que flexione el antebrazo contra resistencia, evaluando la presencia de dolor en la parte anterior del hombro. La Prueba de Yergason, por otro lado, consiste en pedirle al paciente que gire el antebrazo hacia afuera contra resistencia, con el codo flexionado a 90 grados, para identificar dolor o chasquidos a lo largo del tendón del bíceps.
En medicina deportiva, existe una amplia gama de pruebas diseñadas para evaluar la salud y la fuerza del ancla del bíceps, un importante complejo tendinoso ubicado en el hombro. Entre ellas, la prueba de O'Brien destaca por su especificidad para diagnosticar problemas relacionados con el labrum superior anteroposterior del hombro. Este es solo un ejemplo de las numerosas pruebas disponibles, cada una diseñada para investigar problemas específicos y garantizar un diagnóstico preciso y específico.
El signo de Popeye se produce cuando se rompe el tendón de la cabeza larga del bíceps, lo que produce una característica deformidad esférica en la parte superior del brazo. El nombre proviene del personaje de cómic Popeye, conocido por sus antebrazos inusualmente grandes. Un ejemplo común de cómo se manifiesta el signo de Popeye es tras un traumatismo o una sobrecarga al levantar objetos pesados. En los pacientes afectados, al observar el brazo afectado mientras está flexionado, se puede observar una protuberancia prominente en la parte superior del brazo, precisamente donde el músculo bíceps se hace más visible.
El síntoma clave sigue siendo el dolor al presionar directamente el tendón en la parte anterior del hombro, que generalmente puede ser autoinducido por el paciente, siempre que tenga conocimientos básicos de anatomía.

La ecografía y la resonancia magnética (RM) son cruciales para diagnosticar trastornos de la porción larga del bíceps (CLBO), ya que proporcionan información detallada sobre la salud del tendón. La ecografía permite una evaluación dinámica en tiempo real, identificando cualquier desgarro parcial, mientras que la RM proporciona una visión detallada, detectando incluso las alteraciones más pequeñas. Ambas técnicas son esenciales para confirmar y precisar el diagnóstico de la tendinopatía CLBO.
En el tratamiento no quirúrgico de la porción larga del bíceps (CLBO), la tecarterapia y la terapia láser representan dos opciones instrumentales conservadoras destacadas que utilizan tecnologías avanzadas para acelerar el proceso de curación. La tecarterapia utiliza calor generado por corrientes de alta frecuencia para estimular la circulación y el metabolismo celular, mientras que la terapia láser utiliza rayos de luz concentrados para reducir la inflamación y promover la regeneración tisular. En cuanto a los tratamientos infiltrativos, además de las inyecciones de cortisona, también se recomiendan las inyecciones de factor de crecimiento, que pueden ser particularmente eficaces para promover la renovación celular y la cicatrización tisular. La precisión en la administración de las infiltraciones (que suele ser mucho mayor si se realiza con ayuda de ultrasonidos) es crucial para optimizar los resultados, mejorar significativamente la eficacia del tratamiento y, a menudo, permitir que los pacientes logren un alivio significativo del dolor y una recuperación funcional más rápida.
Los trastornos del tendón de la porción larga del bíceps (LTBI) pueden comprometer significativamente la función y la comodidad de la extremidad superior, requiriendo en algunos casos cirugía. Entre las opciones quirúrgicas, la tenotomía y la tenodesis representan dos procedimientos principales. La tenotomía consiste en cortar el tendón afectado, liberándolo de su inserción, lo que ofrece un alivio rápido del dolor, pero puede causar una reducción de la fuerza (de hecho, esto es negado por la mayoría de la literatura, aunque puede ocurrir un fenómeno llamado camping, una contractura muscular involuntaria que dura unos pocos milisegundos o calambres leves) y una deformidad estética conocida como el "signo de Popeye" (más evidente en personas muy delgadas). La tenodesis, por otro lado, consiste en realizar primero una tenotomía como en el procedimiento anterior, pero luego reinstalar el tendón en una nueva posición, intentando preservar la longitud y la tensión del tendón, minimizando así el impacto estético y manteniendo una mayor fuerza muscular. Ambos métodos tienen sus ventajas específicas y la elección entre ellos depende de las necesidades individuales del paciente, sus actividades diarias y las expectativas postoperatorias.
En congresos especializados en cirugía de hombro se discuten tanto los dos tratamientos como las diversas técnicas disponibles. Para más información, recomendamos consultar los artículos específicos sobre esta patología en la sección de noticias e investigación del sitio web.
A menudo, en la reparación de los tendones subescapular y supraespinoso en su porción más anterior, es necesaria una tenotomía o tenodesis de la cabeza larga del bíceps como procedimiento accesorio para mejorar la reparación del propio tendón y evitar su compromiso en el tiempo, dada la estrecha correlación anatómica de estas estructuras.
En el caso de lesiones de inserción de la porción larga del bíceps que también afectan el labrum glenoideo (SLAP), el tratamiento quirúrgico o conservador se decide principalmente en función de la edad y el deporte del paciente. Generalmente, cuanto más joven y atlético sea el paciente, más probable es que se busque una reparación anatómica, aunque no siempre es fácil lograr la tensión correcta para aplicar al tendón durante la reparación intraarticular.
La rehabilitación y la recuperación postoperatorias son cruciales para los pacientes sometidos a cirugía por un trastorno de la porción larga del bíceps. Este proceso de rehabilitación es esencial para restaurar la fuerza, la flexibilidad y la función de la extremidad afectada, reduciendo significativamente el riesgo de complicaciones o recurrencia.
Generalmente, la recuperación funcional tras una tenotomía es más rápida que tras una tenodesis. Sin embargo, todo depende de la técnica utilizada y de la patología específica. Ambos procedimientos no requieren fisioterapia exhaustiva, sino que a menudo simplemente requieren respetar el ritmo biológico natural y las fases normales de rehabilitación postoperatoria.
En cuanto a ejercicios y estrategias específicas para recuperar la funcionalidad, dependerán del tipo de cirugía, considerando que la flexión contra resistencia sólo se permitirá después de un tiempo adecuado en el caso de tenodesis o reparación del anclaje bicipital.
Investigaciones recientes sobre el manejo de la patología del tendón de la cabeza larga del bíceps (LHB) han contribuido a avances significativos en las modalidades de tratamiento y han proporcionado información valiosa sobre futuras opciones terapéuticas. La comprensión de la patología del LHB y el desarrollo de enfoques terapéuticos innovadores se han basado en una amplia gama de estudios e investigaciones clínicas.

Estudios recientes se han centrado en diversos aspectos de la patología del CLB, incluyendo la incidencia de cambios patológicos, la precisión diagnóstica de las técnicas de imagen y la relación entre la patología del CLB y las comorbilidades del hombro. Por ejemplo, una revisión sistemática y un metaanálisis evaluaron la precisión diagnóstica de la RMN para detectar desgarros e inestabilidad del tendón proximal de la porción larga del bíceps, lo que proporcionó información valiosa sobre el papel del diagnóstico por imagen en la evaluación de la patología del CLB. Además, un estudio analizó la contribución de la RMN y la artrografía por TC al diagnóstico de la tendinopatía intraarticular de la porción larga del bíceps, lo que arrojó luz sobre las capacidades diagnósticas de estas técnicas de imagen.
Los avances en las modalidades de tratamiento para la patología del labrum del bíceps han sido objeto de una extensa investigación, con un enfoque tanto en intervenciones conservadoras como quirúrgicas. Una revisión exploratoria destacó la utilidad clínica de las pruebas tradicionales y nuevas para diagnosticar lesiones del tendón del bíceps y del labrum anterosuperior y posterosuperior del hombro, enfatizando la importancia de métodos diagnósticos precisos para guiar las decisiones terapéuticas. Además, una revisión sistemática y un metaanálisis compararon los resultados de la tenotomía y la tenodesis del bíceps, aportando información valiosa sobre los resultados postoperatorios de estos procedimientos quirúrgicos.
Las tendencias emergentes en el tratamiento de la patología de la CLB se han caracterizado por el desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas y protocolos de rehabilitación. Por ejemplo, un estudio analizó el efecto de la morfología del surco bicipital en la estabilidad del tendón de la porción larga del bíceps, lo que contribuyó a la comprensión de los factores anatómicos que influyen en la estabilidad y la función del tendón. Además, una revisión sistemática y un metaanálisis compararon la tenodesis suprapectoral con la subpectoral para la tendinopatía de la porción larga del bíceps braquial, lo que brindó orientación sobre el abordaje quirúrgico óptimo para esta afección.
El futuro de las opciones de tratamiento para la patología de CLB probablemente dependerá de las continuas investigaciones dirigidas a perfeccionar los métodos de diagnóstico, optimizar las técnicas quirúrgicas y mejorar las estrategias de rehabilitación. Estudios prospectivos y ensayos clínicos aclararán aún más la eficacia comparativa de las intervenciones conservadoras y quirúrgicas, lo que conducirá al desarrollo de guías de tratamiento basadas en la evidencia. Además, los avances en la tecnología de imagen y la investigación biomecánica pueden contribuir al desarrollo de enfoques terapéuticos personalizados, adaptados a las características específicas de la patología de CLB en cada paciente.
Los recientes hallazgos de investigación y los avances en las modalidades de tratamiento han contribuido significativamente al manejo de la enfermedad del tendón del bíceps. Se prevé que el futuro de las opciones de tratamiento se caracterice por las continuas investigaciones destinadas a perfeccionar los métodos de diagnóstico, optimizar las técnicas quirúrgicas y mejorar las estrategias de rehabilitación para optimizar los resultados de los pacientes.
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